terça-feira, 23 de outubro de 2012

LA MALDICIÓN DE CAÍN


Mensaje del blog del obispo Edir Macedo
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¿Cómo mantener una estrecha relación con Dios, si la conciencia del pecado está siempre acusando?
¿Y por qué acusa?
Porque no hubo un sincero arrepentimiento.
El arrepentimiento no es un sentimiento de pesar o remordimiento.
El arrepentimiento involucra abandono y odio hacia el pecado.
Satanás ha estimulado el pecado justamente para después martillar en la conciencia aquella acusación, a fin de neutralizar la fe.
Nada es más cruel que poseer una mala conciencia. Es como cargar una maldición.
Caín cargó esa maldición por el resto de la vida.
Por donde quiera que él fuera, su conciencia lo condenaba, haciéndolo pensar que todos querían matarlo.
De hecho, la mala conciencia no permite un solo minuto de paz. Y, si no hay paz consigo mismo, ¿como la habrá con Dios?
El criminal se libra de la mala conciencia cuando es juzgado y condenado por la sociedad. Mientras que eso no sucede, juzgado por la propia conciencia, él carga en sí el peso de su pecado.
Lo peor es que, por otra parte, la mala conciencia recubre la fe de tal forma que se hace difícil volver al Primer Amor y a la comunión con Dios.
Solución:
Arrepentimiento sincero, honesto y transparente.
¿Cómo?
Busque un lugar aislado de todo y de todos, rasgue su alma ante el Altísimo, confiese el pecado y abandónelo inmediatamente.
Mediante tal actitud de fe, el Espíritu Santo usa la sangre de Su Hijo para lavar y restaurar la buena conciencia.
“…manteniendo la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos.” 1 Timoteo 1:19

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